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FORTIN DE COTLAMANES.

Por Miguel Ángel Flores Rodríguez.

Hoy les voy a comentar de un sitio verdaderamente espectacular y misterioso y que sigue siendo un reto para los arqueólogos ya que, al parecer, no se han hecho estudios en este sitio.

Cotlamanes es una fortaleza natural que se formó por la erosión al final del plan de Tenampa donde se unen las barrancas y se abre el cañón que baja hacia Santa María Tatetla.

Prácticamente inexpugnable, dio cobijo a un grupo de personas que habitaron el lugar en tiempos pretéritos y de los cuales solo tenemos vestigios de barro y piedra.

Actualmente ya existe una carretera por la que se puede llegar a la parte baja de la barranca donde está el pueblo de Xopilapa, pero hasta no hace mucho tiempo, este lugar se encontraba verdaderamente aislado y para llegar había que bajar por la barranca donde en algunas partes era tan vertical que había que descolgarse por unas escaleras que en un principio solo eran de alambras de púas con maderos y que se balanceaban al bajar.

Por lo tanto, atreverse a visitar el Fortín de Cotlamanes era una verdadera odisea y lo sigue siendo dado que la subida al fortín sigue siendo arriesgada por lo difícil de su acceso y si a eso le suma usted el calor, la sed y el cansancio pues debe usted tener un valor a toda prueba.

El nombre de Cotlamanes se relaciona con las raíces del náhuatl comitl= olla y tlan=donde hay, y por tanto se traduciría como donde hay ollas o donde están los hombres que elaboran ollas o simplemente “Lugar de alfareros” y es que en el sitio se localizan multitud de fragmentos de cerámica.

La tradición de alfareros o de trabajadores del barro se heredó y en dos lugares cercanos aún quedan quienes siguen trabajando con ese material, me refiero a Tenampa cuyos artesanos se hicieron famosos por sus ollas, cántaros y jarros y a quienes en el centro del pueblo se les levantó un monumento y a Santa María Tatetla donde todavía se elaboran las tradicionales figuras de barro que se utilizan en los altares de los días de muertos y a las que tradicionalmente se les conoce como “Marianitas”

El lugar independientemente de que pudo haber sido poblado se piensa que más bien fue un cementerio ya que prácticamente hacia donde se caminara se encontraban restos humanos y los fragmentos de cerámica seguramente eran parte de las ofrendas mortuorias ya que todos tenían dibujos, especialmente de aves y era una cerámica muy fina que no se utilizaba como parte del ajuar de la cocina.

¡Había tantos Restos humanos a flor de tierra que uno prácticamente caminaba sobre ellos!

Originalmente y antes de que fuera destruido el sitio tenía una gran calzada que lo atravesaba desde el inicio hasta el centro donde se levantaba un edificio que tenía en la parte frontal al menos 4 columnas, todo estaba pavimentado y hubo quien me dijo que al subir lo primero que se encontraba era la escultura de un lagarto.

La primera vez que visité el sitio el lagarto ya no existía, pero si se adivinaba la calzada y el edificio aún tenía las bases de las columnas y algunos escalones.

La calzada destruida conservaba a los lados los montones de material de cal y canto y es que toda esta destrucción se debió a que los habitantes del pueblo cercano descubrieron que, si sembraban frijol, éste se cosechaba en abundancia sin necesidad de regar ningún tipo de fertilizante y así, sistemáticamente fueron levantando el material de la calzada.

Recuerdo también que a un lado del edificio había un pozo, la primera vez que lo vi conservaba agua, la siguiente el agua había disminuido y me di cuenta que le habían intentado llenar con piedras.

Si se hiciera una investigación formal y seria seguramente en ese pozo se encontrarían una buena cantidad de ofrendas.

La gente del pueblo cercano no muestra ningún apego por los vestigios del lugar, de buena fuente sé que aventureros de muchos lugares llegaron a saquear el lugar y que los lugareños les indicaban donde buscar, incluso a mí me dijeron una vez: “mire, si usted pega con el pie y suena hueco es que ahí va a encontrar las cosas”.

Me animé a escribir sobre este lugar porque hace algunos días Eugenio Leal y Pedro Jaziel, visitaron el lugar y me preguntaron si lo conocía, incluso las fotos que ilustran este texto son de ellos.

Como yo, se sorprendieron de los materiales que se localizan en su superficie pues ellos además de los huesos y la cerámica también encontraron una buena cantidad de metlapiles y restos de metates.

Es, desde luego, una buena noticia saber que aún quedan rastros en Cotlamanes dado que hace algunos años los desarrolladores turísticos de Jalcomulco empezaron a traer a grupos de turistas extranjeros a conocer el lugar.

La cantidad de restos arqueológicos que se han sacado de Cotlamanes es impresionante, alguna vez supe que personas que venían de Ciudad Mendoza tenían vitrinas llenas de ellos y estoy seguro que algunos vecinos de Mata de Indio y Xopilapa deben conservar algunos.

Hace unos días, el maestro Carlos Hernández, que también conoce el lugar, me decía que porque no íbamos a visitar y casi le estoy aceptando la invitación.

Y es que Cotlamanes tiene muchas leyendas y cosas por contar, por ejemplo, está la leyenda del tesoro de Guadalupe Sánchez quien en una cueva del fortín dejo escondido un gran tesoro que, según la tradición, entre otras cosas, tiene una corona de oro, la leyenda de los soldados que se aparecen custodiando la cueva y la música que se escucha desde su interior.

El general Guadalupe Sánchez, en tiempos de la revolución, tuvo aquí un cuartel, los ancianos contaban como destazaba reses y las repartía a la gente y a los viajeros que cruzaban hacia Jalcomulco.

Muy cerca de Cotlamanes también se encuentra el Fortín de Consoquitla o Fortín de Águeda, pero de la leyenda del tesoro de Guadalupe Sánchez y de Consoquitla hablaremos en otra oportunidad.

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