VIVO PARA INVENTAR LA VIDA
Por: José Muñoz Cota
(In Memoriam)
Por culpa del poeta Walt Whitman no creo en las biografías. No sería decente que cualquier individuo, con buena o con maja caligrafía anotara los viajes y los naufragios del último tripulante de mi retrato
André Maurois, Stefan Sweig, Enul Ludwig, fueron enormes novelistas. Nadie está capacitado para sostener indefinidamente la recitación ni de un héroe ni de un hombre representativo. El momento estelar en una crónica se produce por casualidad y a veces en contri de los deseos del autor.
Por ello, y otras razones obvias, no permitirá que alguien pretenda consagrarme con sus líneas. Mi vida la voy a inventar yo.
Principiaré por seleccionar un hermoso estado para haber nacido. Me recreare una familia extraordinaria, una escuela brillante, montada sobre un árbol y en donde el magisterio -para cumplir el retorno a la naturaleza-, serán los principales ejemplares de la exposición zoológica de Jorge Luis Borges.
Luego, participaré las hazañas de Adán, el más escalofriante de los trapecistas.
Zaratustra quiso decir: el hombre es una cuerda tendida sobre un abismo de mañosos olvidos. Se sobrevive en este valle de lágrimas, gracias al poder de olvidar lo que nos mortifica o nos hiere. Cada ser humano es una antología de olvidos. La memoria es el más sádico de los verdugos.
Por eso yo confieso que he nacido para inventarme una vida. Una vida sin la camisa de fuerza de la lógica.
¿Alguien quiere explicarme qué cosa es lo razonable?