TU SILENCIO
POR: TEODORO COUTTOLENC
(In Memoriam)
Dejar de escuchar tu voz es perderme para siempre
En el Eter indómito y tener la nada por futuro;
Es cavar mi propia tumba en el infierno
Del sin-oasis desierto; es el castigo de alinear, una por una,
Las granulaciones de la arena
De todos los planetas.
Dejarte de oír, bella mía, es deambular sin brújula
Y sin agua por los mundos donde Dios originó
Vida y principios desde el dulce al amargo,
Desde la dicha hasta la pena y desde la plenitud gozosa
Hasta el dolor –que es infinito-
De no escuchar mas tus dulces trinos.
Despedaza mi corazón y mi persona, destruye lo más intimo que queda
En el último reducto de mi ser y me devuelve, por todas las respuestas
Que yo espero, el gélido insondable del vacio.