SUEÑO DE NADA Y JAMAS
POR: TEODORO COUTTOLENC
Ayer, cuando asir quise tu mano
para atraerte y ceñirte a mí,
fue tu mirada un terrible dardo;
me apresó al grado que sucumbí…
Desde hace tanto anhelé entender
que algún afecto me prodigabas de amor;
la luz se hizo hoy clara,
agua más límpida no puede haber.
Tu sentimiento, tu amor, tu todo
están centrados en quien yo sé.
Ese cariño no afectaré.
Ni hablar contigo o pedir aclares
lo que ni nunca debí pensar.
Fue sólo un sueño: nada y jamás…