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SONATA PARA MÉXICO

Por: Teodoro Couttolenc

 

II

Inexistente y fugaz gloria

la tuya, mexicano;

ya están repletas

de hambre tus piñatas.

Pirañas, insectos y ladrones

se hartaron con tu azúcar y tus panes.

Amargo,

el alimento arrebataron

de la boca de tus hijos.

Desdeñaron tu tradición,

degradaron los altares

a tu ancestro.

Tú pretendes levantarte entre los muertos.

No dejes que se aborte la esperanza

de tus jóvenes; todavía

es tiempo de madurarla;

no adelantes las eras

pues podrías sacrificarla.

Fácil es decir: “Hay que incendiarla”

y pedir que niños formen barricadas.

Después, los mismos que ahora excitan

llorarán y pedirán castigo

para imaginarios enemigos,

para quienes querían la paz,

para los que prudentes fueron.

Sólo después de razonar

las grandes estrategias

desde una cima mundial

se defienden nuestros pendones

con fe, valor y sin hartazgos,

sabiendo que detrás

está el imperio

de quienes tienen todo y nada arriesgan.

No te dejes extraviar el pensamiento

con ideologías de oro ni de barro.

Recuerda que detrás de todo

ello está, simple, el humano.

Cuando te griten “¡Guerra!”

detén tu brazo

porque no hay peor guerra

que la de hermano contra hermano.

A unos para matar les pagan

y su patriotismo halagan;

a otros las libertades exaltan

mientras alguien detrás está sonriendo

y frotando las manos millonarias.

Ninguno, jamás, Oh mexicano,

debe matar para el tirano

que oculto ordena las madejas.

Deben unirse todos

bajo el signo

de la patria universal,

que es de tus hijos.

Recuerda lo que los héroes defendieron

“Igualdad, Libertad, Fraternidad”,

desde los Graco a los Bolívar,

desde José Martí hasta Don Benito.

Oh, pueblo devastado

desde siglos

donde se hincó y lloró Huerta, el traidor

para engañar y asesinar

a Madero, Apóstol de la Nación.

¡Ya no lo permitas!

La resistencia será

tu cúspide

o tu sima.

Porque Dios,

“Un soldado

en cada hijo te dio”.

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