LOS FUEROS DEL ARTE
POR: JOSÉ MUÑOZ COTA
(In Memoriam)
Prometheo Barragán es un pintor a quien no le gusta pintar. Son escasas sus obras y, más bien, ha derivado su profesión hacia un estudio de pinturas antiguas y esculturas, particularmente de santos, que han sufrido algún serio percance.
Prometheo ama la buena vida y no escatima su tiempo a Dionisios, devoto del júbilo de la vendimia.
Carece de escrúpulos metafísicos y su amor al prójimo, inagotable, se manifiesta mediante un espíritu de ayuda y de servicio que no tiene paralelo.
Rodeado de pintoras y pintores, de poetas, de pianistas, un día resolvió mudar el curso de los relojes; devolver hacia atrás su movimiento y así, extraordinario, mágico, no se permite envejecer puesto que este acto cuesta mucho trabajo y muchas penalidades y él se confiesa impertinente perezoso.
Sin embargo, no ha faltado una amiga religiosa que con voz bíblica le recuerde que, después de la muerte, vendrá el juicio sumario y con él la posibilidad de convertirse en huésped del Infierno.
-No hay peligro- replicó Prometheo sonriendo- Pedro, el Secretario General del Sindicato de Porteros, me conoce de sobra. Alguna vez tuve que adaptarle una pierna nueva a su escultura, después de que había dado un mal paso… he realizado esta cirugía con San José, con la Virgen y… ¿cómo podrían negarle el acceso a quien les restauró la integridad de su cuerpo?
Son tantas las figuras de santos que he atendido y tantas vírgenes han sido remendadas por mí… Y entonces, Prometheo, encendió su cigarrillo y continuó leyendo la última novela policiaca.