LAS BRUJAS.
POR: TEODORO COUTTOLENC MOLINA
Todas las tardes, cuando apenas empezaba a oscurecer, los chiquillos del pueblo nos sentábamos frente a la casa de los abuelos, en el pretil de una estatua a don Miguel Hidalgo, el Padre de la Patria. Allí, los más grandes contaban cuentos de aparecidos, chistes de miedo y procuraban burlar a los más chamacos, de manera especial a mí, que era el pequeño del grupo. Entre las cuestiones relatadas, hablaban de las brujas, de quienes decían dejan las piernas junto a su fogón y se convierten en bolas de lumbre, después transitan por los caminos del monte para atrapar los incautos que caminan por las noches en esos lugares alejados de la población.