LA CANCIÓN DE LA ODALISCA
1ª parte
POR: TEODORO COUTTOLENC
(In Memoriam)
Una canción de odalisca me rodó desde tu espalda
tras la vivida sonrisa que en ti se vuelve sonata
con sabor a limón tierno; tierno verde y azul fuerte
confundidos en las aguas: cómo sollozan mis horas
donde se pliega tu enagua, donde cierras tus ojeras,
sobre el paisaje de playas; así sonríes indiscreta
cuando mi tensión levantas.
Grises horas, pasión verde, pasión roja, pasión ocre
con celos de centinela y besos que son salobres;
callejón La Calavera haces pequeña la cama
para beber pozos de agua, agua que moja por fuera
-chipi-chipi de Xalapa- viento frío, viento caliente
de la mañana a la noche; árboles de siempre alegres
bajo soles espejeantes.
El pensamiento es tan débil que con todo se atraganta
¡cómo la lengua te enreda nadamás con las palabras!
¡Cuánto duelen los sermones que en el púlpito despacha
un sacerdote pequeño sin tonsura y sin sotana!