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EL TIO PELÓN BOXEADOR

POR: TEODORO COUTTOLENC

Durante años, el Tío Pelón fue admirador de grandes deportistas de manera especial de boxeadores como Raúl Ratón Marías, Rubén Púas Olivares, y otros sin olvidar al rey del pasado el Chango Rodolfo Casanova.

Nunca, sin embargo, se le hubiera ocurrido participar él mismo como un boxeador, bueno, eso era antes de que Divina Clasic, la hermosa y exuberante mujer del espectáculo dijera como quien quiere y no quiere la cosa, esas palabras en la mollera del chavo-ruco más famoso de américa. Dijo la diva: “Usted tiene el porte de todo un gran campeón de box. No sé por qué nunca se ha subido al ring, porque condiciones, fortaleza, juventud todo lo tiene”

Esa misma noche Tío Pelón ordenó pintar el pelo de sus cejas y pestañas de negro y se inscribió en el mejor gimnasio de Veracruz, a la vez que contrató al más famoso entrenador de box, el Cuyo Melindres.

Meses estuvo Tío Pelón dedicado al ejercicio, alimentación fortificada, hasta que le dijeron que tenía excelente cuerpo, como para competir por el título de Mr. México, ya que estaba mejor hecho que Charales Atlas y otros así de famosos.

Fue cuando empezó a entrenar sobre ring, hacer perilla y saco, saltar la cuerda y, en fin, observar a los mejores pegadores de su tiempo.

-“Al fin –le dijeron sus paleros, perdón sus entrenadores- estás listo para pelear en serio.”

De esa manera empezó la tarea de obtener una pelea. Para ello tuvo que pagar a diversos medios que le hicieran publicidad como el mejor tira-golpes del centro de México, para poder enfrentarlo con un principiante de Veracruz.

Fue concertada la pelea y se llevaría a cabo en la Arena de Box más importante del Estado.

Inició el encuentro. El principiante en realidad tenía miedo de entrar de lleno a pelear con un contrincante famoso y con varias victorias. El tío Pelón bailaba sobre sus pies y mostraba desdeñoso al público su bien formado cuerpo.

Un movimiento se gestó entre el público. Alguien gritó: “Divina Clasic”, y la hermosa que iba llegando vio hacia el ring y gritó: “Tío Pelón!”.

El tío Pelón volteó momentáneamente a ver a la belleza para sonreírle mientras ella levantó la mano para saludarlo.

Fue todo lo que el tío pelón supo, ante el tremendo derechazo que sobre su quijada asestó el Chaparro Herrera.

Bueno, después dijo que vio como un millón de estrellitas a su alrededor, antes o durante el proceso de desmayarse.

El Tío Pelón le tomó odio al ring y juró jamás volver a hablar siquiera de box.

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