El mar desde La Trocha
TEODORO COUTTOLENC
I
En sus combas, el mar a lo lejos
rivaliza en color con el cielo,
en un punto infinito se saludan y en las dunas
despereza su blanco la espuma.
Las espumas del cielo, las nubes,
se pasean desde el orto al ocaso,
juega el viento con nube y con ola
y las guarda al final tu regazo…
II
Tú eres el origen nuestro, padre mar;
con tu enérgica simiente nos impregnas la nueva vida
en las aguas del río, de la laguna y de la bahía.
Tu salobre sabor es signo de tu huella en la albufera;
y con tu ir y venir, por tu empuje viril
en esta tierra bendita nos reengendras bajo los sólidos
conjuros de tus potentes marejadas.
III
¡Ávido sol, que en el delta te encaramas
y tus diamantes quiebras contra la barra!
Siempre ilumina, por siempre alumbra este lugar
dó mar y río se interpenetran con ansiedad.
Detén tus mayos, sol del ancestro, no vueles más;
deja en La Trocha tu amor y tu estro,
dale a esa cópula la eternidad.