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EL HOMBRE ENCADENADO

POR: JOSÉ MUÑOZ COTA

(In Memoriam)

Una vieja leyenda, arrancada a la mitología mixteca, habla de una estrella simbólica de cuatro picos que significan, respectivamente, cuatro formas de valor: verdad, acción, amor y sacrificio.

Para el hombre, en esta escala imaginaria de valores, la verdad representa la máxima aspiración, la aspiración suprema.

Una verdad encerrada en las cuatro paredes del egoísmo -si esto fuera posible-, emparedada, como tesoro oculto, seria infecunda en sí, si esto fuera posible. La verdad salta por encima de los muros que tienen o quieren encerrarla y se convierte en acción.

En el principio era la acción, por más que el verbo -en el poema de Goethe- es ya acción, como es obvio.

Todo es movimiento en el universo; todo está en devenir constante; a filo de aventura, de sorpresa, de creación ininterrumpida.

Pero -decían los mixtecos sabios- ¿qué significa la verdad traducida en acción si no se ve impulsada por el amor? El odio no engendra nada; sólo el amor es fecundo. Amor que realiza -él solo- la plenitud de la personalidad; que cumple la individualidad absoluta en la conjugación que el individuo tiene -al amar- con el todo que lo rodea; porque el amor afirma al individuo en la armonía de la vida integral, de tal manera que puede llegar al sacrificio sin que éste corte o mutile la radiante manifestación del hombre, sino, por el contrario, lo eleve a los más altos planos de la existencia.

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