EL GANSO
Por: Teodoro Couttolenc
En un principio, el ganso lloró su pluma. Odió al escritor no por habérsela arrancad, sino por utilizar para los borradores el bolígrafo y para los trabajos en limpio la máquina de escribir.- El ganso se repuso y aún alegró cuando supo que en sus plumas descansaba el talento del autor: Como el pubis de la amante en turno, la almohada resultó suave, tibia y fina.