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¡DETENTE MINUTO!

POR: JOSÉ MUÑOZ COTA

(In Memoriam)

 

No se vende el alma, ¿para qué? No hay minuto que vuele

y anhele detener, porque tú estás conmigo.

 

El ayer cumplió su sino: fue un horizonte huidizo y leve.

 

No me inquietó anclar lo que no es y está siendo;

el devenir del tacto, de la voz y la emoción amanecida.

 

Ya nada tortura el paso quieto y mesurado del viejo corazón.

Gozamos la beatitud de esta hora, en esta pieza en donde nada es nuestro, una que otra pintura colgada en los muros y ese viejo reloj que nunca vemos, porque hemos decidido ignorarlo para siempre.

 

 

A ti no te detengo, no hay para qué, el minuto es eterno, porque estarás siempre a mi lado.

 

Dudo si alguna vez fui hoguera, escándalo en la sombra,

alboroto del viento o cólera del agua…

Ahora que me siento tan tranquilo, tan pleno de silencios,

en la mayor edad de los reposos, hablo contigo de todo y nada,

de cosas baladíes, los dos equidistantes de la risa y el llanto.

 

Nos preguntamos: ¿esto es felicidad?

hemos descondicionado nuestras vidas, clausurado el reloj

y puesto en libertad las horas, para no suicidarnos con prisas,

ni violencias, ni ruidos alevosos.

 

Ahora vivimos en mi isla. Esta pieza en esta vieja casa

es casi una isla. Una isla en un sitio rodeado de distancias y silencios. Lejos del cielo y otras tierras.

 

Aquí permanecemos auténticamente solitarios, compartiendo sueños

y soledades, horizontes y eternidad.

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