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DEMOCRACIA SIGNIFICA CONFIANZA Y RESPETO

POR: JOSÉ MUÑOZ COTA (✟)

La nueva medida que se ha tomado para ejercer el voto ciudadano, es el hacerlo con una credencial de identidad. Esto –creo yo-, constituye una medida altamente cívica en favor de la democracia.

La democracia sigue siendo el talón de Aquiles de la Revolución hecha gobierno.

El pueblo de México necesita educación política en toda su amplitud. La educación despertará su conciencia. La conciencia política hará realidad los anhelos de renovación de hombres y sistemas.

Obviamente la población se divide en dos grandes grupos: una minoría interesada en las cuestiones sociales y una enorme mayoría indiferente, afiliada a la filosofía del levantamiento de hombros que, gráficamente, significa: todo lo que suene a política no es de mi incumbencia, la política siempre huele mal, porque la democracia en México es letra muerta.

Efectivamente, el pueblo de México ha sufrido pacientemente la inautenticidad de los manejos electorales y ha contemplado la integración de las Cámaras que, salvo excepciones, son individuos que ignoran, porque no son de ahí, los lugares que van a representar, además de incultos, sin preparación política.

Esto produce un espectáculo deprimente. Cámaras grises, donde la mayoría priísta  hace el “quórum”, aprobando el trabajo legislativo enviado por el Ejecutivo.

La retórica parlamentaria, pese a las famas que ahí duermen, brilla por su ausencia. No se podría escribir ahora un libro tan brillante como Los Diputados, de Félix F. Palavicini.

Hace falta una revisión de los términos que usamos a diario; redefinir palabras; devolverles su connotación exacta.

Decía mi maestro Miguel Giménez Igualada: “Lo que necesitas, después de revisar una a una las palabras que heredaste, limpiarlas del polvo que con el tiempo acumularon, reparar el desgaste que sufrieron, componerles sus roturas, remozarlas, y una vez aseadas, fecundarlas para hacerlas más ligeras, más aladas, más claras, más hermosas que nunca lo fueron”.

No resultaría exagerado decir que hace falta una revisión de las palabras para desechar las que ya no connotan nada y cumplir la mutación de las voces de mando que solicita el espíritu. De otro modo, hay que remozar la palabra Democracia, volverla a su valor original, a su connotación genérica, a su insurgencia popular.

Porque cuando una revolución –fatal o deliberadamente- falsifica la connotación de sus palabras, esta revolución se está defraudando a sí misma.

Ahora la democracia ya no es del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, por varias razones: primero porque el pueblo no interviene directamente en la elección del candidato; segundo, porque no se respeta su voto y tercero porque ha perdido la confianza en los procedimientos; porque tal como lo dice el Dr. Newman: la democracia es un ejercicio reciproco de la confianza.

El pueblo debe tener confianza en quien va a representarlo y el representante confía en el voto del pueblo.

Por eso es que el hecho de depositar en una urna el voto individual, personal, de cada ciudadano, no solo es importante en el momento inmediato, puesto que puede decidir quién va a ser el representante, sino que trasciende puesto que, a la larga, puede sumarse a una corriente que llegue, incluso, a cambiar las estructuras jurídicas de la nación.

Por eso, creemos que es buena la credencial que identifica al elector, saber quién es el que vota. Esto en beneficio de la práctica democrática.

El ciudadano en cambio, está obligado a adquirir conciencia ciudadana; analizar a los presuntos candidatos; razonar bien el voto de acuerdo con la tabla de valores morales de cada quien; y así, votar con entusiasmo, con patriotismo, con pasión, para devolverle a la democracia su limpidez original.

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