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DATOS PARA LA HISTORIA DE COMAPA. LA COOPERATIVA.

Por Lic. Miguel Ángel Flores Rodríguez 

En la comunidad de Santa María Magdalena ocurrió hace muchos años un hecho de verdad deplorable.

Iniciaba la década de los treinta del siglo pasado y el país sufría un reacomodo en lo político, social y religioso.  Se recuperaba de una revolución y los grupos sociales buscaban el reacomodo en el poder.

Plutarco Elías Calles había inaugurado el Maximato y la Guerra Cristera había llegado a su fin pero los rencores y las ambiciones continuaban aún.

En el estado de Veracruz se fortalecían los grupos agraristas y con el apoyo del gobernador Adalberto Tejeda se formaban grupos armados que se posesionaban de la tierra a sus antojos y caprichos.

Influenciados de un mal entendido socialismo se dedicaban a hostigar a los católicos al grado de agredir e incluso asesinar a los sacerdotes y servidores de la iglesia.

Un grupo de envalentonados procedentes de la región de Tlacotepec cruzaron la barranca y se posesionaron de un predio donde edificaron algunas casuchas mal echas pero con el afán de ostentarse como poseedores.

En el afán de la notoriedad y seguros de la protección con la que contaban se atrevieron a matar al hombre que hacía las veces de correo  y llevaba la correspondencia hacia San Felipe, Sonora, Carretas y otros puntos alejados.

No sé qué impulso les llevó a cometer el sacrilegio que paso a narrar. Tal vez quedar bien con el gobernador ya que la ideología bolchevique que empezaba a permear en el mundo no creo que la comprendieran bien, no obstante que algunos años antes se había formado la Liga de Comunidades Agrarias y que sus principales dirigentes habían acudido a un congreso a Moscú.

Pues bien, resulta que un día cuya fecha no tengo precisa, un grupo de hombres y mujeres procedentes de la Cooperativa, así habían nombrado a su reciente comunidad; llegaron al templo de Santa María Magdalena aprovechando que la mayoría de los hombres se encontraban trabajando en el campo, entraron por la fuerza y se dedicaron a realizar toda clase de destrozos.

Tiraron las imágenes de los santos, se robaron la corona de la Virgen y en el colmo de la degradación uno de los hombres realizó sus necesidades fisiológicas sobre el altar del templo llenándolo de materia fecal.

Cometida su fechoría, huyeron como vulgares delincuentes.

Aunque los habitantes de Santa María Magdalena vivían bajo el temor y la intimidación del gobierno, pues recordemos que para esas fechas estaban prohibidos los cultos religiosos, no se quedaron con los brazos cruzados.

Se pusieron de acuerdo y esa misma noche, hombres mujeres y hasta niños, armados con garrochas, machetes y azadones, iniciaron el camino hacia La Cooperativa. Los mechones y teas rompieron la oscuridad de la noche y con paso decidido avanzaron hacia el lugar decididos a todo.

Los habitantes de La Cooperativa vieron venir aquella muchedumbre irritada que gritaba su enojo y las ya famosas consignas de ¡Viva Cristo Rey! Y ni tardos ni perezosos huyeron despavoridos hacia la barranca.

Los de Santa María Magdalena destruyeron y quemaron hasta el último despojo de La Cooperativa y regresaron satisfechos a su lugar seguros de haber vengado el agravio en contra de la Santa.

Los de La cooperativa jamás volvieron.

(Esta narración está basada en un hecho real ocurrido en Comapa, Ver., no tengo fechas precisas ni nombres, los datos me los proporcionó mi amigo Roberto Fernández Chalche)

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