CÓMO LA AMÉ
Por: Teodoro Couttolenc
La amé
Como el hombre más simple,
Sin disentir por los inviernos
o las primaveras,
ansiando más su cuerpo
que su calidez,
ni siquiera su sinceridad
fresca cual los verdes renuevos
de las vegas húmedas.
La amé
como ama la flor
para abrir su carne al fruto,
como los árboles
y su algarabía
con aves de múltiples colores:
el burdo tordo negro,
el verde loro
y la blanca garza.
La amé como las despiadadas
lluvias del verano
con barruntos danzantes
y tormentas de la mano
en el cielo transparente;
como la tarde
con su ulular de nubes grises
sobre el fondo azul
de los ocasos otoñales
antes del frío de octubre.
Así la amé.
Como a las lunas postreras
del siglo veinte.
Crecí en simpleza y magnifiqué el deseo;
perdí su sinceridad,
su ternura cálida.
La naturaleza ingrávida
extravió los colores de la vida
y se fugaron de Xalapa
los soles de espiga,
el chipi-chipi
y la neblina.