CAPERUCITA Y CENICIENTA
Por: José Muñoz Cota
(In Memoriam)
El lobo se detuvo en su camino
un segundo, no más, por ver la luna
y pensó si ella, arriba, ay, tan blanca,
no era una loba triste amamantando
su lobezno de plata.
Cuando el lobo llegó donde la puerta
-y la encontró cerrada-
ya la abuela,
una historia de lobos relataba.
Ya reina, Cenicienta,
escapó a la cocina,
donde otras Cenicientas
de sus esperas tristes
olvidaron la cuenta.
Y ahí, con tierno acento,
y con manos sencillas
llamó a sus golondrinas
y limpió sus semillas.
Así es como termina
y principia este cuento