AYER
POR: TEODORO COUTTOLENC
Ayer, ¡oh, bella!,
por fin, te he besado.
Apacible, muy tibia y dorada
fue de las tardes la más galana.
Te he besado y en tu labio
entregué con amor, ayer, mi alma.
Ayer vivió mi corazón
la dicha de tenerte
de latirte en sus sonidos.
Mas, con mi espíritu,
también he de envolverte.
Ayer… te hablé de amor
y dije que aguardaba.
Y aún después de que yo muera
rondaré tu pasión con mi esperanza…