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AMPÁRALO, SEÑOR

POR: TEODORO COUTTOLENC

 

Lo veo llegar, Señor,

jugando entre las hojas

del macizo

de plantas.

Salta de rama en rama

aterido de frío

en busca del resguardo

de un nidal con calor.

 

¡Oh Dios! Tú que cuidas

de humanos y animales

de plantas y piedras;

tú que ordenas a los hielos

y detienes los infiernos,

ampara a los pajarillos

como ése que ahora vi.

 

Son como débiles niños

y se acerca ya el invierno;

la ventisca del norte

cala hasta los huesos

y por entre las nubes

ya no calienta el sol…

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